Un volcán, bosques tropicales; todo ello, rodeado por el Océano Índico: la isla de la Reunión es el paraíso de las vacaciones. Sin embargo, la infraestructura plantea grandes retos a los proveedores logísticos como Jimmy Soucramanien. Ahora la esperanza está en una autopista en el mar.

«Planifica tranquilamente media hora más mañana», dice Jimmy Soucramanien al equipo de «Transporte» en su primera noche en la isla. ¿Media hora más? ¡El hotel está a tan solo cinco kilómetros de distancia! Por la mañana, de camino a la empresa de transportes del empresario de 48 años, el motivo queda claro: en la carretera litoral delante de Saint‑Denis, la capital de la Isla de la Reunión, ya se ha alcanzado el máximo a un ritmo acelerado.

«Para nosotros es la vida cotidiana», dice Jimmy Soucramanien sonriendo. Mantiene un parque móvil con doce vehículos Mercedes‑Benz. Su empresa cubre prácticamente todas las necesidades de transporte de la isla. Una parte de su flota realiza envíos por encargo del servicio de correos; otros camiones tiran de remolques con bebidas y alimentos para grandes cadenas de supermercados. Los materiales de construcción y materiales a granel también forman parte de las mercancías transportadas. Jimmy Soucramanien acaba de incorporar a su flota un nuevo remolque de piso móvil para el transporte de residuos reciclados.

Las rutas de los camiones reflejan la diversidad de cargas: los conductores de Jimmy Soucramanien viajan a todos los lugares de la isla a los que se puede llegar en camión. «El tráfico es siempre un tema importante», afirma el empresario.

«Isla de la Reunión», es la traducción literal del departamento francés de ultramar en el centro del océano Índico. Hasta que los colonos franceses se establecieron allí en el siglo XVII, la isla estaba deshabitada. A lo largo de los siglos, se han sumado habitantes de todos los continentes y de diferentes etnias. La diversidad y, sobre todo, la convivencia pacífica son una parte importante de la identidad colectiva de la isla y, para Jimmy Soucramanien, una razón por la que merece la pena vivir en ella.

Casi un tercio de los 855.000 habitantes se encuentran en el noroeste de la isla volcánica. Un verdadero cuello de botella es la carretera litoral entre las ciudades de Saint‑Denis y Saint‑Paul, entre las que también se encuentra «Le Port», el puerto más importante de la isla, puerta de la Reunión al mundo. Lo que llega aquí quiere ser distribuido. Y no siempre es fácil. Sobre todo ahora, durante la cosecha de caña de azúcar, se añaden innumerables tractores al volumen normal de tráfico.

Para sobrevivir al caos del tráfico, Jimmy Soucramanien apuesta por un estacionamiento descentralizado de sus camiones. En toda la isla ha colocado sus vehículos de forma que se encuentren lo más cerca posible de las zonas operativas más frecuentes. «Intentamos que las distancias sean lo más cortas posible». Otra receta: Conductores en los que puede confiar y un potente parque móvil con camiones que su gente disfruta.

Las esperanzas del empresario logístico también residen en una poderosa obra que se eleva junto a la carretera litoral. Es el proyecto de autopista más caro de la historia francesa: la Nouvelle Route du Littoral.

Entre los que ya esperan con impaciencia la nueva conexión está Gerald Victoire. Lleva doce años siendo uno de los conductores de Jimmy Soucramanien. «En la carretera litoral, siempre tenemos que estar preparados para la caída de rocas o las altas olas, y la Nouvelle Route du Littoral nos protegerá de ello en el futuro», afirma este joven de 46 años, mientras que el Active Drive Assist deja que el Actros 1863 Ultimate Racing Edition ruede de forma lenta pero segura.

La pista está despejada, una ligera brisa sopla desde el mar y el mar está calmo. Es difícil imaginar que el tramo esté cerrado unos 30 días al año por motivos de seguridad. «Para el transporte de cargas pesadas, la ruta de abastecimiento más importante está entonces cerrada, y no hay alternativa a través de las tierras altas», afirma Gerald Victoire.

Jimmy Soucramanien espera que el proyecto se complete lo antes posible y está convencido: «La nueva carretera litoral hará que el tráfico sea mucho más seguro».

Jimmy Soucramanien comenzó su carrera a mediados de los año 90 como conductor de un camión articulado. No es casualidad: «Mi padre Lucien fundó una empresa de transporte en 1966. Mis hermanos y yo nos sentimos orgullosos de continuar con esta tradición.» Jimmy Soucramanien nunca ha abandonado la pasión por los camiones a lo largo de los años; cualquiera que hable con él lo percibe inmediatamente. Siempre configura sus camiones él mismo y, cuando surge la oportunidad de conseguir un modelo especial exclusivo, el empresario la aprovecha, como recientemente con el Actros Ultimate Racing Edition.

Por su pasión, Jimmy Soucramanien también viaja por el mundo. Ha visitado cuatro veces la fábrica de Mercedes‑Benz en Wörth y numerosas ferias profesionales en la Europa continental, a once horas de avión como mínimo. Ese entusiasmo es contagioso: a veces se puede encontrar a su hijo Enzo, de 13 años, al volante en el patio de la empresa, con el mismo brillo en los ojos que su padre.